Arrojarán hierro al océano buscando reducir CO2 en la atmósfera

polasEl gobierno de Alemania a permitido a una misión científica a bordo del barco Polastern, uno de las embarcaciones oceanográficas más avanzadas del mundo, a arrojar 6 toneladas de sulfato de hierro en polvo en un área de 300 kilómetros del Atlántico Sur. Lo que busca el Instituto de Investigación Polar alemán Alfred Wegener es comprobar cómo afecta el hierro al crecimiento del fitoplancton (diminutas algas unicelulares). El fitoplancton no sólo representa la base de la alimentación de la vida marina, sino que también desempeña un papel clave en la fijación o absorción del dióxido de carbono (gas de efecto invernadero) presente en la atmósfera. Si el hierro induce la proliferación de las algas y éstas absorben más dióxido de carbono, la fertilización del agua sería una forma de lucha contra el calentamiento global.

A bordo del Polarstern, de 120 metros de eslora, van 48 científicos, de los cuales 30 son indios, ya que Lohafex se enmarca en un acuerdo de colaboración entre instituciones científicas de la India, Europa y Chile firmado el 30 de octubre de 2007 en Nueva Delhi.

Este proyecto a causado una enorme polémica entre medioambientalistas. Un conocido estudio científico publicado en abril de 2007 en la revista Nature, que revelaba los resultados de un extenso programa llevado a cabo alrededor de las islas Kerguelen en Bretaña, concluyó que echar hierro en el mar sería de 10 a 100 veces menos eficaz que el proceso natural, y que el 90% del hierro esparcido se perdería en el océano. Asimismo, muchos expertos temen que, pese a su escasa eficacia, los efectos secundarios sean peligrosos.

El hierro se vierte en forma de nanopartículas, por lo que el impacto sobre los ecosistemas es imprevisible. Algunos científicos hablan de una posible reacción química que generaría un gas de efecto invernadero, el protóxido de nitrógeno (N2O), más potente que el CO2, lo que no sólo anularía los objetivos buscados, sino que podría incrementar los efectos opuestos.

Fuentes: El Mundo y El País