Diez años de resultados del manejo forestal en las selvas del Petén
En el año 2000, las selvas del Petén, al norte de Guatemala, fueron entregadas en concesión a varias comunidades de la zona para que las aprovecharan en forma sustentable. Diez años después, un artículo por publicarse en la revista especializada Forest Ecology and Management analiza el estado de bosques, concesiones y comunidades, y concluye que el manejo forestal sustentable puede ser una forma de lograr que las comunidades locales tengan mayores ingresos y, al mismo tiempo, conservar los recursos naturales de los que dependen.
En el documento, un equipo liderado por Jeremy Radachowsky, de la organización Wildlife Conservation Society, presenta también las lecciones que nos deja una década de aprovechamiento legal en el Petén guatemalteco. La primera es que el manejo forestal sólo será exitoso si quienes participan en él lo hacen en forma voluntaria y saben qué implica. La segunda es que, para que esos grupos sean exitosos, no basta con que tengan la capacidad técnica para aprovechar lo que la selva ofrece en forma sustentable. Es fundamental que tengan también la capacidad administrativa y de gestión financiera para hacer que sus empresas sean rentables.
Radachowsky y sus colegas encontraron además que el aprovechamiento maderero es menos vulnerable a los vaivenes del mercado si se combina con el uso de recursos no maderables, como la palma de xate o la obtención de chicle. Tras revisar la experiencia de las concesiones forestales en Guatemala, advierten también que no hay soluciones rápidas o que impliquen pocas inversiones. Para conservar la biodiversidad generando desarrollo, hace falta una inversión de largo plazo en tiempo, dinero y esfuerzo, por parte de muchos actores.
La organización internacional Rainforest Alliance tiene varios años trabajando con los concesionarios de la región. En entrevista telefónica, el coordinador de la organización en Guatemala, Alejandro Santos, explicó que han llegado a conclusiones similares que el estudio, pero con algunos matices.
“El objetivo primordial del modelo concesionario fue legalizar y mejorar la participación de las comunidades en el manejo y administración de los recursos naturales, y luego se les impuso que debían convertirse en empresas para que los productos maderables se convirtieran en el motor de la gestión local. Pensar que todo esto podía lograrse al mismo tiempo es una utopía”, afirmó.
Santos añadió también que Rainforest Alliance trabaja en la región para atacar varios de los puntos señalados por el equipo de Radachowsky. “Hace ya tiempo que tenemos un proyecto de diversificación productiva, para que no sólo se aproveche la caoba, por ejemplo, sino también la nuez de árbol de Ramón, la resina del zapote para hacer chicle, o la palma de xate, que tiene mucha demanda y está siendo bien manejada por grupos de mujeres”.
Santos añadió también que Rainforest Alliance trabaja en la región para atacar otros varios de los puntos señalados por el equipo de Radachowsky. “Hace ya tiempo que tenemos un proyecto de diversificación productiva, para que no sólo se aproveche la caoba, por ejemplo, sino también la resina del zapote para hacer chicle, o la palma de xate, que tiene mucho mercado”.
El coordinador de Rainforest Alliance en Guatemala agregó que la organización conservacionista sigue comprometida también con la apertura de mercados para los productos sustentables. “Impulsamos que las comunidades certifiquen su buen manejo con el sello del FSC (Forest Stewardship Council, o Consejo de Manejo Forestal). Así, podemos ayudarles a llegar a los consumidores conscientes y hacer más rentable tanto la conservación de nuestros recursos como el desarrollo de las comunidades”, concluyó.