La pesca, los subsidios y el colapso III: los subsidios según UBC

Escrito por Eugenio Fernández Vázquez en Agua,Comercio,Ecosistemas 26 enero 2011

La pesca del mundo está acercándose cada vez más al colapso. ¿Por qué, siendo el mar tan ancho y el pescado tan abundante? En esta serie de seis artículos que publicaremos a lo largo de esta semana, intentaremos responderlo, y explicar el papel que juegan los subsidios gubernamentales en esta espiral que amenaza con dejarnos sin cocteles ni ceviches.

Foto: Dhammika Heempella, licencia CC

En lógica económica, hay dos problemas fundamentales con los subsidios a la pesca. Por un lado, alteran la relación entre escasez, precio de mercado y costos de producción. Por el otro, esta alteración mantiene en forma y velocidad la triada tóxica descrita por Pauly, provocando sucesivas tragedias de los comunes.

En teoría, y de forma muy esquemática, en ausencia de subsidios la disminución de los recursos en la costa conduciría a una reducción de la oferta real, al aumentar los costos de producción por la necesidad de buscar el pescado más lejos, con mayores inversiones de capital y de trabajo. Esto también haría que aumentaran los precios, provocando una reducción de la cantidad demandada.

El equipo que ha hecho los estudios más profundos y comprehensivos sobre subsidios a la pesca está en la Universidad de British Columbia, y en un artículo reciente definió subsidios a la pesca como “transferencias financieras, directas o indirectas, de entidades públicas al sector pesquero, que ayudan al sector a tener más ganancias de las que de otra forma tendría”. Su trabajo clasifica los subsidios en tres categorías, dependiendo de su impacto en el estado de las pesquerías: hay subsidios buenos, malos y feos, como en el spaghetti western.

Los subsidios buenos (Blondie, o Clint Eastwood en la película), son los que “llevan a una inversión en capital natural hasta alcanzar un óptimo social”. Son, por ejemplo, programas de manejo de pesquerías para garantizar su explotación sustentable, o de investigación y desarrollo de pesca.

Los subsidios malos (Angel Eyes, o Lee van Cleef), son los que llevan a una desinversión de capital natural pesquero desarrollando la capacidad pesquera más allá de la cosecha económica máxima (donde quienes pescan obtienen las mayores utilidades posibles). Son, por ejemplo, subsidios a la gasolina o para la construcción o modernización de barcos, o exenciones fiscales.

Los subsidios feos, como Tuco en la película (Eli Wallach), son ambiguos, ni buenos ni malos a priori. Pueden tener efectos beneficiosos para el medio ambiente o, por el contrario, contribuir a su agotamiento. Son, por ejemplo, programas de apoyo a los pescadores, que pueden provocar que mantengan su profesión aunque quizá no deberían, o que pueden llevar, si se ejercen bien, a un manejo más sustentable de los recursos pesqueros.

Ahora, aún sabiendo esto, todavía hay que bordar sobre qué es un subsidio, porque cómo se defina, explícitamente, implica muchas cosas. Y nadie, hasta la fecha, está del todo de acuerdo en las definiciones de los demás, como veremos en el siguiente artículo.

Otros artículos de la serie:

I. La tragedia de los comunes

II. La triada tóxica de Pauly

IV. ¿Qué es, y qué no, un subsidio?

V. ¿Qué permitir y qué prohibir?

y VI. ¿Qué pasa en México?


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