A pesar de la veda y la amenaza de extinción para varias especies de tortuga, continúa el tráfico de huevos en Oaxaca

toEl grito en zapoteco que anuncia la venta de huevos de tortuga en el mercado 5 de Septiembre de Juchitán se impone al concierto de voces femeninas que ofrecen otros platillos exóticos como la carne de la iguana y del armadillo.

“¡Naapa dxita biguu! (tengo huevos de tortuga)”, exclama la voz que ofrece 25 piezas por 45 pesos en el mercado de Juchitán, único de Oaxaca donde la venta de este producto parece estar abierta al público sin restricción alguna, pese a que está en veda desde 1990 tras considerarse en peligro de extinción.

En Oaxaca , Colima y Guerrero la venta clandestina de este producto parece no tener fin. Autoridades locales reconocen que no se ha logrado frenar esta actividad ilegal que atenta contra la supervivencia de las tortugas y, por tanto, el equilibrio de los sistemas ecológicos.

Los indígenas zapotecas ofrecen argumentos culturales para justificar la venta y consumo del huevo de tortuga y presumen las propiedades afrodisiacas.

“El dxita biguu forma parte de la dieta tradicional de los indígenas ikoots (huaves), chontales y zapotecos de Oaxaca”, explicó la maestra en educación y diversidad cultural, Irma Pineda Santiago.

Autora de varios libros de poesía, Pineda Santiago destacó que la manifestación plástica del baile autóctono de San Mateo del Mar, “La Tortuga del Arenal”, refleja el rito de la recolección de los huevos en la playa por parte de una pareja de enamorados.

“Consumir huevos de tortuga en Juchitán no es un delito, sino un deleite”, señaló la poetisa zapoteca.

En contraparte, en Río Seco, a unos 100 kilómetros al poniente de Juchitán, hay más gritos de inconformidad, que los que inundan el mercado juchiteco. En ese poblado de indígenas chontales, perteneciente al municipio de San Pedro Huamuelula, desde hace 10 años la mayoría de los casi mil habitantes que hasta antes de 1990 vivían de la venta de los huevos, carne y caparazón de unas dos mil tortugas por año, se esmeran por proteger al quelonio de los depredadores como perros, aves y el hombre.

“Si la tortuga está en veda, ¿por qué se venden los huevos en Juchitán?, ¿quién cuida las carreteras y quién cuida las playas? No hay duda. La veda no se respeta y la justicia no se aplica bien”, dijo el ex agente municipal, Elodino Martínez.

En Río Seco, en cuya playa arribaron a desovar unas 20 mil tortugas, el tráfico de huevos ha descendido. “Hace 10 años veías salir del pueblo decenas de caballos y camionetas con su carga de huevos, ahora no. Hay más conciencia”.

Entre 1990 y 2000, la mayoría de los jóvenes de Río Seco fueron a parar a la cárcel acusados del delito de tráfico, posesión y venta de huevos de tortuga. “Este pueblo ha vivido de puro milagro”, admiten. Los jóvenes han emigrado al norte y a Huatulco por el desempleo.

En los pueblos vecinos de Tapanalá, El Coyul, Paja Blanca, Guayacán y El Limón —entre las playas del Pacífico y la carretera costera 200— aún se pueden comprar 100 huevos por 70 pesos.

Mientras que en la ciudad de Juchitán, cada ciento cuesta el doble para los mayoristas y en el mercado el precio al consumidor se eleva a 180 pesos.

En este año, reveló el agente municipal Fernando Salud Atilano, la ayuda económica para proteger la especie no fluyó con oportunidad. El pretexto fue que hubo elecciones en Oaxaca y el dinero no se liberó a tiempo, añadió.

De un apoyo total de 70 mil pesos comprometidos para 2010, apenas les liberaron 18 mil para la compra de mallas ciclónicas destinadas a cercar 40 metros cuadrados de playa donde “sembraron” 50 mil huevos de tortuga.

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