La reserva de Manantlán en Jalisco en grave crisis
La espectacular riqueza biológica de las montañas de Manantlán, donde se descubrió hace casi 31 años un pariente primitivo del maíz (Zea diploperennis) y con el tiempo se documentaron más formas de vida que las registradas en Francia o Canadá, no ha sido suficiente aliento para mantener el ambicioso proyecto de su conservación, que hoy pasa por momentos difíciles, a 22 años de la firma del decreto presidencial que le dio la categoría de reserva de la biosfera.
El modelo de gestión “no se actualizó” y quedó rebasado, advierte Alberto Elton Benhumea, responsable de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) para la región Occidente. Piensa que la Universidad de Guadalajara debe asumir su papel de investigación y dejar al organismo federal realizar el suyo, de administración de la demarcación protegida, pues, pese a los “divorcios”, deben ser aliados fundamentales en el proyecto.
Sin embargo, tres connotados investigadores-fundadores del proyecto Manantlán desde la UdeG, Enrique Jardel Peláez, Eduardo Santana Castellón y Ramón Cuevas Guzmán, señalan directamente a la Conanp como responsable de diversos retrocesos.
A juicio de estos miembros del Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la Biodiversidad (Imecbio), los daños más importantes son: la precaria institucionalidad de la dirección de la reserva, que ha tenido cinco encargados en igual número de años cuando tuvo uno los nueve anteriores; la merma en la representación social y académica de los consejos asesores y el bajo perfil asignado a esos órganos; una dirección que a la postre abandonó a sus vecinos de la región de influencia, tanto con modelos exitosos, como es la gestión de la cuenca del río Ayuquila, como en casos de disputas desiguales, que son las presiones de las mineras sobre los nahuas de Ayotitlán.