Educación, la clave para mejorar el medio ambiente a nivel mundial

Hoy 26 de enero se conmemora el Día Mundial de la Educación Ambiental, cuyo fin es crear conciencia así como nuevos patrones de comportamiento en esta materia.

Recordemos que el modelo “tomar-usar-desechar” arrasa vorazmente con los recursos naturales, contaminando así el aire, suelo y agua de nuestro planeta.

Por ello, la educación ambiental funge como un proceso permanente y una respuesta a la crisis civilizatoria causada por este modelo ampliamente adoptado por los seres humanos.

La Organización Mundial de la Salud señala que en 2012 murieron 12.6 millones de personas por vivir o trabajar en ambientes poco saludables. A su vez, esto representó casi una cuarta parte del total mundial de fallecimientos.

Esto denota que las sociedades difícilmente ven la relación directa entre la pérdida de patrimonio medioambiental y el menoscabo económico y social que esto implica a mediano y largo plazo. De ahí la necesidad de una toma de conciencia individual y colectiva que, ahora más que nunca, debe tornarse imperativa, y que se ha convertido en el principal objetivo de esta efeméride, decretada en Yugoslavia en el año 1975 durante el Seminario Internacional de Educación Ambiental, en donde participaron expertos de más de 70 países que plasmaron sus metas a alcanzar en la Carta de Belgrado.

Tales acciones fueron antecedidas por la Declaración de Estocolmo sobre Medio Ambiente Humano, concretada en Suecia en 1972 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y considerada como un documento base de la educación ambiental.

En 1977, la Conferencia Intergubernamental de Educación Ambiental adoptó la Declaración de Tbilisi, que estableció tres grandes objetivos para la educación ambiental y son los siguientes:

  1. Fomentar una clara conciencia y una preocupación por la interdependencia económica, social, política y ecológica en áreas urbanas y rurales.
  2. Proporcionar a cada persona las oportunidades para adquirir el conocimiento, valores, actitudes, compromiso, además de habilidades para proteger y mejorar el medio ambiente.
  3. Crear nuevos patrones de comportamiento hacia éste.

Con base en lo anterior, la educación ambiental debe mostrar la convergencia de todas las áreas del conocimiento que contribuyen a comprender las relaciones que, a través de su historia, las personas han establecido con su medio ambiente.

Asimismo, es capaz de lograr que los estudiantes y la sociedad identifiquen y atiendan los problemas ambientales en su vida cotidiana, motivándolos a buscar soluciones y a promover una actitud crítica, responsable y participativa.

En México por ejemplo, el Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable (Cecadesu) diseña, desarrolla e implementa acciones y proyectos de educación ambiental en coordinación con organizaciones sociales, grupos comunitarios e instituciones educativas y de gobierno.

Esto con el propósito de que varios sectores de la población puedan conocer y comprender, de manera crítica e integral, las causas de las problemáticas ambientales e implementar medidas para hacerles frente.

 

Fuente: 20 minutos