La UNAM, participante del proyecto de remediación de suelos más importante de México

La UNAM, mediante el Instituto de Geología (IGL) y la Facultad de Química (FQ), formó parte del mayor y más importante proyecto de remediación de suelos de México. Gracias a éste, 432.6 hectáreas ubicadas al oeste de la ciudad de San Luis Potosí, que sufrieron contaminación por arsénico, plomo y cadmio, actualmente se encuentran rehabilitadas y listas para integrarse al desarrollo urbano.

El terreno será utilizado para impulsar proyectos de infraestructura para la capital potosina, entre ellos viviendas y comercios, con incontables beneficios a largo plazo.

Francisco Martín Romero, investigador del IGL, dijo que el complejo inició operaciones en 1892, cuando no existía población en los alrededores. No obstante, con el paso del tiempo, la mancha urbana lo fue rodeando hasta que se tomó la decisión de desmantelar la planta.

“Hicimos una estrategia metodológica con el consenso de las autoridades ambientales”, comentó el experto. En una primera etapa, los científicos estudiaron los residuos generados durante más de 100 años. En la segunda fase, valoraron si dichos residuos habían impactado el suelo, subsuelo o los cuerpos de agua; y en la tercera y última, aplicaron recomendaciones para limpiar el sitio.

El plan se aprobó hace exactamente un año (también en el mes de septiembre), y la remediación se logró casi un año después, indicó el investigador. Se recogieron los residuos contaminados y se acumularon en una especie de pirámide, donde se almacenaron de forma segura.

Para que los desechos se mantuvieran en esa ubicación y no fueran trasladados a un lugar lejano –situación que reduce costos–, se aprovechó un sistema multibarrera de protección: una barrera geotécnica (física, que impide la entrada de agua o la erosión debida al viento), geológica (con más de 100 metros de material impermeable para proteger los acuíferos) y geoquímica (que actúa si se presenta una fuga).

En otra etapa del proyecto, se valoró el daño ambiental y el riesgo a la salud humana.

Martín Romero mencionó que determinaron el grado de biodisponibilidad de plomo, arsénico y cadmio (los tres metales de interés en ese lugar) en condiciones in vitro. También hallaron que el predio podía ser integrado al desarrollo urbano si no se sobrepasaban ciertos límites de dichos contaminantes, observando que de las 432 hectáreas, 193 requerían remediación al representar un riesgo para la salud.

Con tal problemática, el equipo de la UNAM propuso recoger los suelos que representaban un riesgo y almacenarlos de manera segura en un confinamiento en el propio sitio, así como darles una estabilización química y dejarlos ahí, lo que evitaría que causaran daños.

Tras un muestreo final, el pasado mes de julio se dio por remediado el sitio, en donde ahora comenzará la integración urbana. A esto se suma el seguimiento que se le dará a la remediación, a través del monitoreo de aire, suelo y agua.

Margarita Gutiérrez Ruiz, de la FQ, resaltó que para para esta clase de proyectos, la UNAM cuenta con un equipo interdisciplinario de científicos, en donde colaboran geólogos, biólogos, químicos y arquitectos.

La ivestigadora agregó que la presencia de los científicos abarata los proyectos y optimiza los costos. “El conocimiento reduce gastos. Por ejemplo, si se sabe que el subsuelo es estable y que no hay posibilidad de contaminación del acuífero, no hay necesidad de colocar pozos de control”.

Por último, Martín Romero refirió que en el país hay varios sitios en donde se han hecho actividades industriales de este tipo y que han entrado en su fase final, donde aplicar esta metodología sería viable. Como ejemplo también se está trabajando en Taxco, Guerrero, para recuperar un sitio minero, y han recibido invitaciones a otras plantas en Coahuila para valorar si es posible implementarla.

En la iniciativa también participaron la Universidad de San Luis Potosí, Grupo México, autoridades ambientales federales y estatales, y varias firmas de consultores.

 

Fuente: DGCS UNAM