ONGs solicitan a SEMARNAT negar autorización para nuevo muelle en Cozumel

no-a-terminal-maritima-cozumelEl pasado 5 de julio, se cuestionó el proyecto Terminal Marítima Banco Playa, que busca obtener una autorización de impacto ambiental para construir y operar una terminal de cruceros en la isla de Cozumel, específicamente en la zona marina y terrestre del recinto portuario Banco Playa. Por ello, diversas organizaciones de la sociedad civil —entre ellas el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA)— están de acuerdo en que debe negarse la autorización, debido a los daños que causaría en los pastos marinos.

«[…] Vulneraría principalmente a la vegetación marina presente en el predio, como lo son los pastos marinos, pues la composición de las especies que conforman este complejo ecosistema depende de la temperatura, turbiedad, concentración de sales y minerales, oxígeno disuelto, niveles de contaminación y movimiento de agua. Asimismo, representa un impacto para las comunidades de pastos marinos distribuidas en el fondo lagunar, por lo que transgrede lo dispuesto en la Ley General de Cambio Climático”, declararon las ONGs.

El proyecto implica un muelle en forma de “T”, construido sobre pilas o bloques de acero o concreto, y ocupará un área total de 13,545 m2 sobre la zona marina. Su construcción será en dos fases, hacia el norte y hacia el sur. La zona terrestre abarca un polígono de 12,648.64 m2, donde se remodelarán y construirán edificios comerciales en varios niveles, con locales comerciales, área de descarga y recogida de pasajeros con capacidad para 10 autobuses, área para taxis y un estacionamiento para vehículos privados. Esto incluye un plan de áreas verdes y plazas abiertas con pavimentación y paisajismo, al igual que áreas de servicio de comidas y bebidas.

La Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) tiene varias imprecisiones e incongruencias y omite mencionar muchos de los impactos ambientales principales. Además, la información referente a la sustentabilidad del proyecto es cuestionable y no muestra una evaluación adecuada sobre los beneficios del proyecto para la población de Cozumel.

A esto hay que añadir el papel ecológico clave de los pastos marinos, que brindan un hábitat importante a organismos como algas, zooplancton, necton, microflora, infauna, microbios, camarón y peces, por citar algunos, que en conjunto permiten la supervivencia de este ecosistema. Tanto los pastos marinos (fuertemente amenazados) como los manglares absorben carbono y, por tanto, contribuyen sustancialmente a combatir el cambio climático.

En este sentido, el proyecto incidiría en la disminución de la cobertura de pastos marinos, por lo que representa una importante amenaza para estos ambientes e incrementaría la liberación de carbono a la atmósfera.

Incluso, la propia promovente registra la existencia de coral dentro de la zona del proyecto, aumentando así la probabilidad de que con la construcción se afecte directa e indirectamente a las áreas coralinas, sin que se explique cómo se mitigaría dicho impacto. Asimismo, y debido a las características del subsuelo marino de la zona del proyecto (considerado un banco de arena), se estima que para colocar los pilotes y demás estructuras sobre el lecho marino se requerirá de trabajos de dragado. Pese a ello, la MIA desestima esa situación y no propone medidas de mitigación.

Por otra parte, el proyecto implementará una vía general de comunicación con infraestructura portuaria (un muelle) para operar una terminal de cruceros. Esto requiere más investigación, a fin de que la autoridad determine si el área del proyecto es viable para el atraque de estas embarcaciones, así como los impactos de la construcción de la terminal marítima, en términos de la infraestructura que se requiere. También debe tomarse en cuenta el impacto que un mayor número de personas causará en las áreas naturales protegidas, principalmente por actividades recreativas en el arrecife, entre ellas snorkel y buceo.

En cuanto a la biodiversidad de la región, no existe una metodología adecuada que explique cómo se llevará a cabo el rescate y traslado de especies, ni un monitoreo preciso de las mismas. Ante ello, el proyecto debe ser evaluado de forma integral para conocer los impactos acumulativos y sinérgicos que tendrá en el sistema ambiental conforme se desarrollen sus etapas.

Otro problema es que la promovente ofrece información insuficiente y de tipo general respecto a la descripción de la geología, geomorfología, clima e hidrología del lugar, así como de las condiciones oceanográficas de toda la isla de Cozumel, cuando lo que se necesita son estudios a profundidad del sistema ambiental, particularmente de la geomorfología costera y de la hidrología subterránea y superficial.

Algunos de los impactos reconocidos por la propia promovente del proyecto son: emisión de partículas y gases a la atmósfera, generación de ruido, contaminación por aguas residuales e hidrocarburos -incluyendo la probabilidad de derrames-, uso potencial del paisaje natural y modificación del valor escénico natural, reconociendo incluso que el desarrollo alterará drásticamente el paisaje de la zona, definido en la actualidad como zona residencial costera, cuya dinámica brinda un hábitat para especies tanto de flora como de fauna.

Otros impactos adicionales considerados en la MIA incluyen: generación de aguas negras, aguas grises, residuos sólidos, residuos peligrosos, aguas aceitosas y aguas de lastre.

Por todo esto, las ONGs hicieron un llamado a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) para que no se otorgue la Autorización de Impacto Ambiental al proyecto del nuevo muelle para cruceros en Cozumel, y se dé prioridad a la conservación de su patrimonio natural, que es invaluable para el equilibrio ecológico de nuestro planeta.