El atún, el delfín, Dolphin Safe y la OMC

Un pánel de la Organización Mundial de Comercio (OMC) acaba de dar un duro golpe a una etiqueta supuestamente ambientalista de Estados Unidos, según el Washington Trade Daily. Se trata de la etiqueta Dolphin Safe, sin la cuál ninguna lata de atún puede entrar al mercado estadunidense, y que garantiza que el atún se pescó sin cercar delfines. Aparentemente, la decisión de la OMC va contra el medio ambiente, pero en realidad podría ser un gran empujón a la explotación sustentable de los recursos pesqueros.

Por alguna razón que los científicos no alcanzan a entender, a los atunes de la costa americana del Pacífico les gusta la sombra. Cuando son pequeños, antes de reproducirse, se aglomeran bajo cualquier objeto flotante que encuentran y conviven con tiburones, tortugas, mantarrayas y decenas de otras especies. Cuando crecen, en cambio, prefieren nadar a la sombra de los delfines. Y a los humanos nos gusta pescarlos.

México y otros países del continente aprovechan este gusto del atún por nadar debajo de los grupos de delfines que atraviesan el Pacífico de cabo a rabo. Durante décadas, esto se hizo de la peor manera: se cercaban los delfines, se cerraban las redes por debajo y se levantaban con todo lo que había dentro. Sin embargo, hace años que esta práctica se corrigió, gracias a la Comisión Inter Americana del Atún Tropical, que impulsó un acuerdo para proteger a estos mamíferos marinos. Hoy, cada barco que pesca atún cercando delfines lleva un observador a bordo que garantiza que los delfines fueron liberados antes de subir las redes. Así, una forma muy destructiva de pescar se hizo sustentable: se protege a los delfines, se garantiza que no hay pesca de descarte, y el atún pescado es atún adulto, que ya se reprodujo, por lo que la especie no es amenazada.

Estados Unidos, en cambio, pesca el atún soltando objetos flotantes en el mar para atraer a los atunes más pequeños. Cuando sus barcos cercan estos objetos flotantes con sus redes y las levantan, se llevan no sólo atunes que no se han reproducido aún, sino decenas de otros peces y animales marinos que ni la deben ni la temen, y muchos de los cuáles están en peligro de extinción. Para hacer más grave la cosa, Estados Unidos prohíbe de hecho la importación a su territorio de atún pescado con cercos sobre delfines, usando la etiqueta Dolphin Safe y sus derivados, las únicas autorizadas para anunciar un atún como sustentable, que México había desafiado ante la OMC. De esta forma, se usa una herramienta aparentemente defensora del medio ambiente para impulsar su depredación.

Si, en efecto, la OMC da la razón a México en la controversia que interpuso contra la etiqueta Dolphin Safe, ésta es una estupenda noticia para la protección de las especies marinas. Si se mantuviera Dolphin Safe, las compañías pesqueras de toda América tendrían incentivos para sacrificar el medio ambiente y defender sus mercados. En cambio, si ésta sí fue declarada ilegal, podrán seguir pescando cercando a los delfines y liberándolos después, como han hecho hasta ahora con mucho éxito, y con mucha sustentabilidad.